Pareja de bargueños italianos del siglo XVII.
Madera ebonizada y carey, con aplicaciones de
bronce dorado.
Mesas posteriores.
Medidas: 91 x 132 x 52 cm.(bargueño); 37x137x50 cm.
(mesa).
Pareja de bargueños italianos barrocos de muestra
descubierta, con estructura prismática y pies tallados en forma de
garra de ave sobre bola, una forma muy típica del bargueño del siglo XVII.
La decoración se concentra en el frente, y en los laterales se
reduce a cajeados romboidales realizados mediante filetes
embutidos de madera clara, y con un asa de hierro en su centro.
La muestra se divide en tres calles, la central
adelantada respecto al resto del frente, con planta hexagonal. Las
calles laterales alojan cuatro gavetas iguales, con el frente
decorado con saliente ovalado. Tanto el fondo plano como el interior
están chapeados en carey aplicado sobre lacre rojo, y la decoración se
completa con aplicaciones en bronce dorado: un contario que rodea el
saliente, un pequeño escudo de cerradura y dos guirnaldas en los
laterales, que se repiten en los entrepaños. El perímetro de estos
frentes queda recorrido por una moldura que incide en la
compartimentación de la estructura. Esta búsqueda de claridad
compositiva a través de la señalización de las distintas partes de
la estructura, que nunca quedan sobrepasadas por la decoración, será
una constante en el barroco, y que sólo se romperá con la llegada del
rococó.
La calle central ostenta el protagonismo de la pieza,
como es habitual en el bargueño barroco, y sigue una estructura
marcadamente arquitectónica que, aunque sigue un criterio común a
toda Europa en esta época, evidencia un gusto netamente italiano, que
enlaza directamente con la arquitectura contemporánea del país:
columnas salomónicas, aletones, ménsulas, etc. Este frente de la
calle central esconde una puerta hábilmente disimulada por la
decoración, de modo que no quede roto el esquema arquitectónico. En
el interior se sitúan varias gavetas estrechas, con los frentes
decorados con filetes de madera clara embutidos formando cajeados
geométricos, a juego con los laterales del exterior del mueble,
componiendo un esquema geométrico y repetitivo que será un
elemento recurrente dentro del bargueño barroco en toda Europa.
No obstante, la decoración se concentra en el
exterior de la capilla, organizada como una fachada barroca de gran
fantasía, una arquitectura imposible recreada por la hábil mano del
ebanista: basamento inferior, tres columnas salomónicas a cada
lado, alzadas sobre ménsulas, espacio interior cajeado, con una forma
escalonada superior típica del bargueño barroco, bajo la cual se
sitúa una hornacina que aloja una escultura en bulto redondo de bronce
dorado, y frontón recto superior con aletones en los laterales,
siguiendo la vertical de las columnas y ménsulas. Este frontón
superior está decorado con motivos similares a los de las gavetas
laterales, y sobre las ménsulas se sitúan composiciones clásicas en
bronce dorado, que también adornan el resto de zonas secundarias de la
capilla. Su parte central está protagonizada por la figura
vistiendo túnica clásica y portando un trofeo frutas. En torno a ella
vemos composiciones con hermas, mascarones y guirnaldas.
Los bargueños se alzan sobre mesas de madera
ebonizada, estilizadas patas torneadas rematadas en bola, y unidas
con chambrana.
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