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lunes, 26 de noviembre de 2018

Magdalena penitente





ANTONIO VIDAL ROLLAND (Barcelona, 1889 – 1970)
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 93 x 74 cm.
Pintor y grabador, Antonio Vidal Rolland se formó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona y como discípulo de Clapés. En 1911 tomó parte en la VI Exposición Internacional de Arte de Barcelona, y desde entonces concurrió a numerosas colectivas, concursos y certámenes artísticos celebrados en Barcelona y Madrid, donde recibió importantes galardones como el Premio del Certamen de Desnudo Femenino, convocado por el Círculo Artístico de Barcelona en 1933. Comenzó a exponer individualmente en el año 1928 en Barcelona, ciudad en la que repitió sus exposiciones en las salas Gaspar y Augusta. Participó asimismo en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid, en sus ediciones de 1943, 1944, 1950 y 1954, entre otras. Está actualmente representado en las colecciones del MACBA y el Nacional de Arte de Cataluña.

Les espigadores









BAIXERAS VERDAGUER, Dionís (Barcelona, 1862 – 1943).
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 140 x 210 cm; 158 x 228 cm (marco).
En este lienzo Baixeras plasma una escena costumbrista, aparentemente plácida por la atmósfera silenciosa y casi crepuscular, pero sin embargo cargada de una contenida tensión. El pintor va más allá de la mera descripción costumbrista o anecdótica, reflejando una pesadumbre en el rostro y el gesto de la mujer que espiga en primer término, quien se convierte en la absoluta protagonista de la obra. Rodeada por un paisaje luminoso, de delicado cromatismo y captado con un tono lírico tremendamente expresivo, las jóvenes representadas en primer plano permanecen ajenas a todo lo que la rodea, de pie, trabajando bajo el tibio sol del amanecer, sumidas en sus propios pensamientos mientras realizan arduamente su trabajo. En segundo término, una mujer espiga mientras otros dos individuos se toman un respiro y disfrutan de la observación del evocador paisaje que les rodea. Mediante esta captación psicológica de los personajes, Dionís Baixeras nos cuenta una historia completa, sin necesidad de acudir a complicados recursos narrativos. Compositivamente destaca el sin duda magistral juego de luces y sombras aplicado por el artista, una luz dorada y ardiente tremendamente expresiva que configura intensas zonas de sombras producidas por las figuras femeninas y los fardos de paja. Cerrando el espacio, grandes montañas cuyas cumbres se recortan nítidamente contra el cielo nubiloso, teñido de una tonalidad cálida por la luz del amanecer, dando como resultado un cielo argénteo en perfecta consonancia con la luz general. En el primer término los colores adquieren una mayor entidad, y junto a los suaves tonos del fondo, determinados por la luz, vemos toques de intensos rojos, verdes y marrones, un recurso que le sirve al pintor para reforzar visualmente la ilusión de profundidad, la construcción del espacio tridimensional. Esta gradación cromática es suave, muy estudiada, logrando una captación atmosférica de enorme naturalismo.
Discípulo en la Escuela de la Lonja de Martí Alsina y, sobre todo, de Antonio Caba, durante sus años de estudiante Baixeras recibió el sobrenombre de “el medallas”, debido a su facilidad para ganar los concursos. Expuso por primera vez en 1882, en la sala Parés de Barcelona, y cuatro años más tarde viaja a París, donde se entusiasma ante el realismo de temática campesina de Millet y Bastien-Lepage. Durante estos años obtuvo galardones en las Exposiciones de Bellas Artes de Madrid (1884, tercera medalla) y París (1886, mención de honor). De vuelta a Barcelona realizó grandes composiciones de carácter histórico, como las del paraninfo de la universidad (1888), las del seminario (1904, destruidas en 1936) y las de la cúpula del salón de Sant Jordi de la Generalitat (1928). En 1907 realizó una serie de dibujos de tipo documental, centrada en la representación de los rincones de Barcelona que desaparecerían con la construcción de la Vía Layetana, que le valió un premio del Ayuntamiento. En 1926 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, y estuvo vinculado al Círculo Artístico de Sant Lluc desde su fundación. Durante sus últimos años escribió unas interesantes memorias, cuyo manuscrito original se conserva actualmente en la Academia de Sant Jordi. Baixeras se dedicó fundamentalmente a la pintura naturalista, de tema marinero o rural, en obras que acusan cierta influencia de la escuela de Olot. Elaboraba meticulosamente sus obras en el taller, por lo que sus dibujos previos tienen mucha más frescura e interés.