JOAQUÍN SOROLLA Y BASTIDA (Valencia, 1863 – Cercedilla, Madrid, 1923).
"La carta" o "Figura de espadachín",
1881.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo superior izquierdo.
Medidas: 97,5 x 61 cm; 124 x 89 cm (marco).
La espléndida técnica del todavía joven Sorolla queda
reflejada en la presente obra a través del trazo ágil y la pincelada fluida que
caracterizó la pintura del maestro luminista valenciano. Realizada durante su
periodo de juventud, cuando todavía residía en Valencia, poco antes de irse a
estudiar a Roma,"Figura de espadachín" ejemplifica el interés del
Sorolla por el tratamiento de distintos géneros. Y es que, durante esta primera
época, fueron muy usuales las pinturas de temática realista y de costumbres en
la fructífera producción del valenciano. De esta manera, Sorolla nos brinda la
imagen de un espadachín recibiendo la carta de un ser querido, envuelto en sus
pensamientos, con una mirada cálida y concentrada en la misiva. Ataviado a la
moda del siglo XVIII, el joven espadachín se desenvuelve en una actitud
relajada y pausada, adivinando así las pintura costumbristas que formaron
importante parte de su producción. El mismo Sorolla comentó “Quiero dar,
siempre dentro del verismo de mi escuela, una representación de España; no
buscando filosofías, sino lo pintoresco de cada región”.
La temática de los espadachines fue bastante recurrente
entre los pintores del siglos XIX, incluso en la centuria posterior, siendo
trabajada por artistas como Alejandro Ferrant, Denis Belgrano o el propio
Picasso.
Ya en su época escolar, Joaquín Sorolla demostró su afición
por el dibujo y la pintura, asistiendo por las tardes a las clases de dibujo
que impartía el escultor Cayetano Capuz en la Escuela de Artesanos. Premiado al
terminar sus estudios preliminares en la Escuela Normal Superior, ingresó en la
prestigiosa Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, en 1879.
Asimismo, durante sus visitas a Madrid, realizadas en 1881 y 1882, copió
cuadros de Velázquez, Ribera y El Greco en el Museo del Prado. Dos años más
tarde obtuvo un gran éxito en la Exposición Nacional de Bellas Artes con un
cuadro de historia, lo que estimuló para solicitar una beca para estudiar en la
Academia Española de Bellas Artes en Roma. Logrado su objetivo, en 1885 Sorolla
parte para Roma, permaneciendo antes de llegar varios meses en París. En la capital
francesa quedó impresionado por las pinturas de los realistas y los pintores
que trabajaban al aire libre. Al terminar sus años en Roma regresa a Valencia
en 1889, instalándose al año siguiente en Madrid. En 1892 Sorolla muestra una
nueva preocupación en su arte, interesándose en problemas sociales al
representar la triste escena de “¡Otra Margarita!”, premiada con medalla de
primera clase en la Nacional, y al año siguiente en la Internacional de
Chicago. Esta sensibilidad permanecerá en su obra hasta el fin de la década, en
sus representaciones de la costa valenciana. Poco a poco, sin embargo, el
maestro valenciano abandonará los temas de niños desdichados que vemos en
“Triste herencia”, que había sido premiada en la Exposición Universal de París de
1900 y en la Nacional de Madrid un año después. Animado por el éxito de sus
resplandecientes imágenes del Mediterráneo, y estimulado por su amor a la luz y
a la vida de sus soleadas playas, centró en dichas escenas sus obras, más
alegres y agradables, con las que logrará fama internacional. En 1906 celebró
su primera exposición individual en la galería George Petit de París, y en ella
demostró también sus habilidades como retratista. En 1908 el norteamericano
Archer Milton Huntington, impresionado por la exposición del artista en la
galería Grafton de Londres, pretendió adquirir dos de sus obras para su
Hispanic Society. Un año después invitaría él mismo a Sorolla a exponer en su
institución, siendo el resultado una muestra en 1909 que cosechó enorme éxito.
La relación entre Huntington y Sorolla dio lugar al encargo más importante de
la vida del pintor: la creación de los inmensos lienzos destinados a ilustrar,
en las paredes de la Hispanic Society, las regiones de España. Tratando de
captar la esencia de las tierras y gentes de su país, Sorolla recorrió España
entre 1911 y 1919, sin dejar por ello de celebrar exposiciones. Incapacitado
por un ataque de hemiplejía en 1921, Sorolla falleció dos años después, sin ver
expuesta su gran “Visión de España”, que no sería instalada hasta 1926.
Actualmente está representado en el Museo del Prado y el que lleva su nombre en
Madrid, el Metropolitan de Nueva York, el de Orsay en parís, el J. Paul Getty
de Los Ángeles, los de Bellas Artes de Bilbao y Valencia, la National Portrait
Gallery de Londres y muchos otros.
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