Óleo sobre cobre.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 61 x 79 cm; 78 x 95 cm (marco).
Pintor flamenco del periodo barroco, activo en Amberes,
Peeter Sion fue maestro del Gremio de San Lucas entre 1649 y 1650, y
posteriormente decano de la misma entre 1682 y 1683. Su estilo, de gran
interés, se sitúa en la línea de Francken II y A. W. Forchondo. Su obra, que a
día de hoy sólo ha sido localizada en España, se caracteriza en primer lugar
por la calidad de su dibujo, así como por el gran espacio que ocupan las
figuras en la composición. También se advierte en su lenguaje una clara
tendencia al modelado blanco, rasgando las sombras en redondo. El carácter
narrativo es asimismo patente en toda su producción, principalmente consagrada
a las historias del Antiguo y el Nuevo Testamento. En sus escenas, Sion suele
añadir secuencias de la historia, como es tan común en la obra de los Francken.
Sus obras se hallan con frecuencia en colecciones privadas, de lo que se deduce
que, muy posiblemente, fueron importadas a través de casas de comercio para una
clientela que tenía relación con los Países Bajos. Por otra parte, de mano de
Sion se conocen series de pinturas en las catedrales de Valladolid y Málaga,
además de otra que adornó la sacristía de la iglesia de Santiago en Medina de
Rioseco, formada por seis cobres, y que narra la historia de José (Génesis:
37-50), desde la venta de éste por sus hermanos hasta el reencuentro con su
padre. Actualmente se conservan obras de Peeter Sion en el Palacio de Navarra
en Pamplona, el Museo de Santa María de Mediavilla en Medina de Rioseco y en el
del Patrimonio Municipal de Málaga, así como en diversas colecciones
particulares.
El cobre que se presenta muestra el momento en el que el rey
David traslada el Arca de la Alianza a Jerusalén, entre gritos de alegría,
trompetas, arpas y platillos emitidos por los habitantes del pueblo de Israel.
El arca de la Alianza, según la Biblia, fue un cofre secreto
situado en el lugar Santísimo del Tabernáculo, un santuario móvil construido
por los israelitas bajo las instrucciones dadas por Moises. En ella se
guardaban las Tablas de la Ley de Moisés con los Diez Mandamientos. Según la
tradición judía, la caja estuvo decorada de oro, formando parte del pueblo
judío durante mucho tiempo, acompañándoles en sus vicisitudes, en sus batallas
y su luchas contra los filisteos, hasta que el Rey David decidió colocarla en
la fortaleza en Jerusalén.
Estilísticamente, Sion plasma una escena cargada de
dramatismo, dinámica y escenográfica, captada con un naturalismo que roza el
ilusionismo tanto por la composición, asimétrica y movida, como por el
tratamiento de la luz y de las calidades de los materiales, con una atención al
detalle y una minuciosidad típica de la escuela flamenca ya desde el siglo XV.
Asimismo, llama la atención la configuración de un fondo completamente
paisajístico que acentúa el carácter escenográfico de la pieza. Como otros
géneros que adquieren gran popularidad durante el siglo XVII en Flandes, el de
paisaje tiene sus raíces en la tradición pictórica de los Países Bajos del
siglo XV. Los paisajes de fondo de las obras religiosas de Van Eyck, de Bouts o
de van der Goes ocupan en ellas un lugar mucho más importante como elemento
artístico que el ocupado por el paisaje en la pintura italiana de la misma
época. En lo que respecta a la representación de la narrativa, el paisaje de
los primitivos flamencos juega un papel esencial, no sólo como entorno natural
de los personajes sino para separar y ambientar los diversos episodios de la
historia narrada en la obra. En cuanto a la imitación de la naturaleza, los
pintores flamencos del siglo XV procuran representar de forma verosímil en los
paisajes de sus pinturas religiosas los campos y ciudades de su país natal,
detallar su flora con precisión botánica y hasta dar idea de la hora del día y
la estación del año en que tran
No hay comentarios:
Publicar un comentario