Escuela
italiana. Nápoles, s.XVIII.
En madera tallada y policromada.
Medidas: 168x65x80 cm.; 44 cm. peana.
Escultura monumental en bulto redondo tallada en madera y dorada representando a un amorcillo portando un ramillete de la abundancia. Aunque normalmente el símbolo de la abundancia en la iconografía griega es la cornucopia (en alusión a la cabra a la que Zeus rompió un cuerno y compensó con un cuerno de la abundancia), aquí el escultor se ha tomado cierta libertad iconográfica haciendo del cuerno una vaina vegetal, pero el símbolo se mantiene. Los putti fueron motivos ornamentales muy usados en el Barroco italiano, reinterpretando en una síntesis libre al Eros griego junto al espíritu mensajero o demon, a su vez fusionado con los ángeles cristianos. En este caso, vinculado a la cornucopia, es heraldo de prosperidad. De cuerpo mullido y vientre ligeramente protuberante, está resuelto con un naturalismo propiamente barroco. La cabeza ladeada, los labios entreabiertos, y la cadencia armónica a la par que dinámica insuflada con el ligero bamboleo del pie transmiten una estampa que rebosa inmediatez. Los drapeados del paño respetan el mismo lenguaje naturalista, y sobre el tallo vegetal los frutos carnosos son sumamente plásticos. La figura descansa sobre una peana simulando un montículo de piedras.
En madera tallada y policromada.
Medidas: 168x65x80 cm.; 44 cm. peana.
Escultura monumental en bulto redondo tallada en madera y dorada representando a un amorcillo portando un ramillete de la abundancia. Aunque normalmente el símbolo de la abundancia en la iconografía griega es la cornucopia (en alusión a la cabra a la que Zeus rompió un cuerno y compensó con un cuerno de la abundancia), aquí el escultor se ha tomado cierta libertad iconográfica haciendo del cuerno una vaina vegetal, pero el símbolo se mantiene. Los putti fueron motivos ornamentales muy usados en el Barroco italiano, reinterpretando en una síntesis libre al Eros griego junto al espíritu mensajero o demon, a su vez fusionado con los ángeles cristianos. En este caso, vinculado a la cornucopia, es heraldo de prosperidad. De cuerpo mullido y vientre ligeramente protuberante, está resuelto con un naturalismo propiamente barroco. La cabeza ladeada, los labios entreabiertos, y la cadencia armónica a la par que dinámica insuflada con el ligero bamboleo del pie transmiten una estampa que rebosa inmediatez. Los drapeados del paño respetan el mismo lenguaje naturalista, y sobre el tallo vegetal los frutos carnosos son sumamente plásticos. La figura descansa sobre una peana simulando un montículo de piedras.
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