Escuela
aragonesa, siglo XVI.
Escenas de la vida de San Blas
Óleo sobre tabla.
Medidas: 161 x 112 x 11 cm.
En esta obra vemos a la figura de san Blas acompañada por escenas de su vida. La pintura fue realizada por un artista aragonés que hibrida los esquemas aprendidos de los últimos maestros góticos con las nuevas tendencias renacentistas. Así, se mantiene la estructura de retablo propia de la edad media hispánica, con una “calle” o tabla central más ancha y alta, ocupada por la figura del santo titular, y dos “calles” laterales distribuidas respectivamente en dos “casas” o compartimentos, ocupadas por escenas narrativas. Pese a esta estructura tradicional, el artista muestra un gran interés por el paisaje, que ocupa algunos de los fondos de sus escenas, y por la perspectiva, que le ayuda a componer algunas de las escenas. El tratamiento de las ropas, por otra parte, renuncia a las telas de aspecto grueso y almidonado, con pliegues quebrados, propio de la pintura de filiación flamenca, para adoptar pliegues naturales y suaves, que se ciñen al cuerpo revelando la anatomía subyacente.
En el centro se encuentra el santo con sus atributos del martirio, vestido con ropas clericales. Vemos cómo se sitúa en una estancia con un pavimento geométrico utilizado para construir el espacio en perspectiva, y tras él aparece una tapia que se abre para mostrarnos un paisaje. Este esquema compositivo se repite de igual forma en otras obras del gótico aragonés, como la representación de san Blas de la tabla central del retablo de la iglesia de San Salvador en Luesia (Zaragoza), pintada por Martín de Soria.
A los lados de la imagen central de la tabla tenemos otras cinco escenas. La primera comenzando por la esquina superior izquierda nos muestra al santo en un entorno de paisaje, rodeado de animales a los que está bendiciendo. Esta escena alude al hecho de que san Blas es conocido por sus curaciones no sólo a personas, sino también a animales. Debajo de esta imagen vemos al santo asomado a una ventana, bendiciendo también a una mujer, probablemente para propiciar su curación. En la esquina superior derecha aparece el santo frente a una autoridad que le va a juzgar por no rechazar la fe cristiana. Seguidamente, en la escena inferior, vemos el martirio del santo. Sus verdugos arrancan la piel del santo con unos cardadores de lana metálicos, como narra la hagiografía. Finalmente una última escena corona la obra, un Calvario que representa a Jesús en la cruz, con la Virgen y san Juan Evangelista a sus pies. Esta escena es la única que no ilustra la vida de san Blas, y responde a un deseo de ensalzar y defender la fe a través de la propia vida, ya sea en la vida de Cristo, terminada con la Pasión, o la de san Blas, culminada en su martirio.
San Blas fue un médico y obispo de finales del siglo III y principios del IV, que vivió en la ciudad de Sebaste, en la actual Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del bosque del monte Argeus, que posteriormente se convertiría en su sede episcopal. Durante la persecución contra los cristianos de principios del siglo IV fue hallado en esta cueva y apresado. Se le insistió en renegar de su fe, y estando en prisión enfureció al pretor tras sanar a los presos que se encontraban con él, por lo que fue condenado a muerte y arrojado a un lago. Sin embargo, el santo sobrevivió al caminar sobre las aguas, mientras que sus verdugos perecieron. Su martirio llegaría entonces de forma más sanguinaria, pues fue ejecutado mediante cardadores metálicos del tipo utilizado para trabajar la lana, que como rastrillos desagarraron su piel hasta que murió desangrado. Este martirio fue aplicado también a un grupo de mujeres que, al igual que san Blas, se negaron a rechazar su fe. El culto a san Blas se extendió por todo Oriente, y más tarde también por Occidente. Es actualmente considerado patrono de los enfermos de garganta y los otorrinolaringólogos, además de ser patrono del Paraguay, de diversas ciudades españolas y de Dubrovnik, en Croacia, donde su festividad se remonta como mínimo al año 1190.
Escenas de la vida de San Blas
Óleo sobre tabla.
Medidas: 161 x 112 x 11 cm.
En esta obra vemos a la figura de san Blas acompañada por escenas de su vida. La pintura fue realizada por un artista aragonés que hibrida los esquemas aprendidos de los últimos maestros góticos con las nuevas tendencias renacentistas. Así, se mantiene la estructura de retablo propia de la edad media hispánica, con una “calle” o tabla central más ancha y alta, ocupada por la figura del santo titular, y dos “calles” laterales distribuidas respectivamente en dos “casas” o compartimentos, ocupadas por escenas narrativas. Pese a esta estructura tradicional, el artista muestra un gran interés por el paisaje, que ocupa algunos de los fondos de sus escenas, y por la perspectiva, que le ayuda a componer algunas de las escenas. El tratamiento de las ropas, por otra parte, renuncia a las telas de aspecto grueso y almidonado, con pliegues quebrados, propio de la pintura de filiación flamenca, para adoptar pliegues naturales y suaves, que se ciñen al cuerpo revelando la anatomía subyacente.
En el centro se encuentra el santo con sus atributos del martirio, vestido con ropas clericales. Vemos cómo se sitúa en una estancia con un pavimento geométrico utilizado para construir el espacio en perspectiva, y tras él aparece una tapia que se abre para mostrarnos un paisaje. Este esquema compositivo se repite de igual forma en otras obras del gótico aragonés, como la representación de san Blas de la tabla central del retablo de la iglesia de San Salvador en Luesia (Zaragoza), pintada por Martín de Soria.
A los lados de la imagen central de la tabla tenemos otras cinco escenas. La primera comenzando por la esquina superior izquierda nos muestra al santo en un entorno de paisaje, rodeado de animales a los que está bendiciendo. Esta escena alude al hecho de que san Blas es conocido por sus curaciones no sólo a personas, sino también a animales. Debajo de esta imagen vemos al santo asomado a una ventana, bendiciendo también a una mujer, probablemente para propiciar su curación. En la esquina superior derecha aparece el santo frente a una autoridad que le va a juzgar por no rechazar la fe cristiana. Seguidamente, en la escena inferior, vemos el martirio del santo. Sus verdugos arrancan la piel del santo con unos cardadores de lana metálicos, como narra la hagiografía. Finalmente una última escena corona la obra, un Calvario que representa a Jesús en la cruz, con la Virgen y san Juan Evangelista a sus pies. Esta escena es la única que no ilustra la vida de san Blas, y responde a un deseo de ensalzar y defender la fe a través de la propia vida, ya sea en la vida de Cristo, terminada con la Pasión, o la de san Blas, culminada en su martirio.
San Blas fue un médico y obispo de finales del siglo III y principios del IV, que vivió en la ciudad de Sebaste, en la actual Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del bosque del monte Argeus, que posteriormente se convertiría en su sede episcopal. Durante la persecución contra los cristianos de principios del siglo IV fue hallado en esta cueva y apresado. Se le insistió en renegar de su fe, y estando en prisión enfureció al pretor tras sanar a los presos que se encontraban con él, por lo que fue condenado a muerte y arrojado a un lago. Sin embargo, el santo sobrevivió al caminar sobre las aguas, mientras que sus verdugos perecieron. Su martirio llegaría entonces de forma más sanguinaria, pues fue ejecutado mediante cardadores metálicos del tipo utilizado para trabajar la lana, que como rastrillos desagarraron su piel hasta que murió desangrado. Este martirio fue aplicado también a un grupo de mujeres que, al igual que san Blas, se negaron a rechazar su fe. El culto a san Blas se extendió por todo Oriente, y más tarde también por Occidente. Es actualmente considerado patrono de los enfermos de garganta y los otorrinolaringólogos, además de ser patrono del Paraguay, de diversas ciudades españolas y de Dubrovnik, en Croacia, donde su festividad se remonta como mínimo al año 1190.
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