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miércoles, 18 de octubre de 2017

Ángeles







Pareja de tallas andaluzas, mediados del XVIII-XIX
“Ángeles”.
Madera tallada con policromía original y ojos de cristal.
Medidas: 155 x 105 x 70 cm.
Importantes tallas de escuela andaluza , realizadas en madera en bulto redondo y delicadamente policromadas. Aunque las dos tallas se han concebido como pareja, formando una composición simétrica y repitiendo la postura, ambos ángeles aparecen individualizados, con rostros sutilmente distintos aunque igualmente idealizados, ropas iguales pero distintas en sus plegados, etc. Por el gesto de ambos, es probable que sostuvieran un candil o antorcha, habiendo sido su función la de ángeles torcheros. 
En sus actitudes y sus atributos físicos actúan como espejo uno para el otro, de modo que uno flexiona la pierna izquierda en contrapposto y el otro flexiona la derecha, al tiempo que ambas cabezas se ladean dulcemente una hacia la otra. 
Se trata de dos ángeles mancebos ataviados con túnica larga y sandalias, con la cabeza descubierta mostrando ensortijados dorados, cuya anatomía intuyéndose tras los drapeados, el naturalismo de los pliegues y las alas, nos hablan del dominio formal y técnico de su autor. La policromía y el hábil estofado simulan finos encajes y suntuosos brocados. Los ojos de cristal fugan al cielo, como interpelando a Dios, y los labios entreabiertos muestran la fina línea de dientes blancos. 
El asunto religioso es la temática preferente de la escultura española durante el barroco, que parte en las primeras décadas del siglo de un prioritario interés por captar el natural, para ir intensificando progresivamente a lo largo de la centuria la plasmación de valores expresivos, lo que consigue mediante el movimiento y la variedad de los gestos, la utilización de recursos lumínicos y la representación de estados anímicos y sentimientos. Dentro de este panorama, es evidente el papel de primer orden que desempeña la escuela andaluza de escultura durante el período que se ha dado en llamar Siglo de Oro; a ella pertenecen una serie de maestros de indiscutible valía que supieron aunar en sus obras la extraordinaria calidad técnica y la profundidad religiosa, acordes con el ambiente de su época, plenamente conectado con los gustos de la clientela, más interesada por la obra de temática religiosa que por los encargos de carácter profano, marcando así una diferencia sustancial con respecto a la producción de otros países de Europa. Otro aspecto diferenciador, aunque común con otros núcleos nacionales, lo constituye el material con que están hechas las obras; la escultura andaluza está realizada en madera policromada, labor de importancia capital, pues de ella depende en gran parte el resultado final de la obra. El proceso debía ser realizado por maestros examinados, pudiendo darse la circunstancia de que el propio escultor fuese también el pintor. Por otro lado, cabe destacar también el desarrollo económico y la pujanza que experimenta Sevilla a partir del Descubrimiento, al haberse convertido en puerta y puerto de las Indias, se verá reflejado rápidamente en el arte; desde las primeras décadas del siglo comienzan a acudir constantemente a la ciudad maestros de distinta procedencia que buscan el mercado americano y la potencial clientela sevillana, cada vez más atraída por las nuevas formas artísticas que llegan de Italia. Maestros italianos, franceses y flamencos, conocedores en distinto grado de la nueva estética, alternan con artistas llegados de tierras castellanas, que también han entrado en contacto con las corrientes artísticas imperantes en la península italiana, convirtiéndose así en los más cotizados del mercado artístico. Las enseñanzas de todos ellos, unidas al sustrato clásico inherente a la propia cultura andaluza, van a constituir los cimientos sobre los que se levantará la escuela escultórica sevillana y, por extensión, la de toda la región.

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