Caja registradora NATIONAL, Estados Unidos, principios del
siglo XX.
Metal dorado, con base de madera.
Medidas: 58 x 51 x 42 cm.
Caja registradora de la firma Nacional. Cuenta con un cajón
en el mueble de la base, con compartimientos que permiten distribuir monedas y
billetes. La máquina es de metal dorado, con motivos decorativos en relieve,
principalmente motivos clásicos como palmetas, roleos vegetales y hojas de
acanto. Incluye además una cartela superior, de perfil sinuoso modernista,
donde se lee la inscripción “Importe de su Compra”. Conserva todos los botones,
en colores negro, blanco, naranja, rosa, azul y amarillo. En la zona superior
podemos ver la representación de dos manos con puños de camisa, señalando a los
indicadores de modo de pago e importe (en pesetas), también visibles en la
parte trasera. En la zona lateral izquierda presenta el compartimiento para el
rollo de papel que permite imprimir el tique de compra.
A finales del siglo XIX; la mayor parte de los negocios
estaban creciendo, adquiriendo unas dimensiones que iban más allá del ámbito
familiar, donde lo habitual es que sólo una o dos personas manejaran el dinero.
Los negocios de mayor envergadura comenzaron a preocuparse por los pequeños
robos por parte de sus empleados, por lo que pronto se llegó a la conclusión
lógica de utilizar sistemas mecánicos para el cobro en los establecimientos.
Actualmente se atribuye a James Ritty (Dayton, Ohio), el propietario de un
café, la creación de la primera caja registradora. Tras darse cuenta de que
estaba perdiendo dinero en su negocio, inventó y patentó junto a su hermano
John la primera caja registradora el 4 de noviembre de 1879. Juntos, en los
años sucesivos, desarrollaron nuevos modelos, entre los que se encuentra el
conocido como “El Cajero Incorruptible”. En 1885 llamaron la atención de un
nuevo socio, John Patterson, con quien fundaron The National Manufacturing
Company (poco después The National Cash Register Company). Pese a la reticencia
de los propietarios de comercios, y especialmente de sus empleados, Patterson
logró abrir el camino para el nuevo invento y convirtió a la máquina
registradora en la protagonista de los establecimientos comerciales, en el foco
de atención del público. Esto se logró mostrando al cliente el atractivo del
novedoso invento (mediante diseños bellos y ornamentados), y también creando
sistemas que ayudaban a los empresarios a evitar el robo por parte de los
empleados. Así, National comenzará a fabricar cajas registradoras con bases de
maderas nobles, en ocasiones ricamente adornadas con marquetería, y cajas de
metales como el bronce, el latón, el cobre y también el metal simple, aunque
adornado con motivos grabados o bellos diseños esmaltados. Además, se trataba
de máquinas con dos años de garantía, lo que favorecía la buena recepción por
parte de los dueños de comercios. No obstante, muchas de estas primeras cajas
registradoras han sobrevivido, en funcionamiento y buen estado, hasta nuestros
días, y de hecho se mantuvieron en uso durante generaciones. Gracias a este
éxito, muchas otras compañías comenzaron a fabricar cajas registradoras; pronto
aparecerán más de doscientas nuevas firmas, aunque National será siendo la más
grande y reputada.
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