Contador
de sobremesa indo-portugués, s.XVII.
Madera, marfil y carey.
Medidas: 22x34x24,5cm.; 22x34x44,5 cm.(abierta).
Contador indo-portugués en madera revestida de marfil y plafones de carey, con fileteado de marquetería. De estructura rectangular, a modo de pequeña arca, guarda en su interior 11 cajones con tirados de lágrima en metal, que a su vez esconden cajoncitos secretos en una de las gualdras laterales. La decoración, a pesar de su sobriedad, revela la influencia india, en sus aplicaciones y embutidos de marfil y carey, su greca de marquetería combinando ébano con maderas claras. Los plafones de carey también acusan una mano local, en su perfilado de arco inspirado en la arquitectura hindú.
El contador indo-portugués empezó a ser ejecutado por artífices locales en la península de Indostán, y en las provincias orientales portuguesas de la Costa del Malabar -Damao, Goa y Cochim, desde el siglo XVI. La denominación de Contador se remonta a la Italia del siglo XV. Eran pequeñas cajas, con tapa y con el espacio útil interior ocupado por cajones muy pequeños que servían de guarda-joyas. Durante el siglo XVII sufrió diversas adaptaciones, ajustándose a las exigencias de la época. Una pequeña caja dividida con cajones pasó a tener una base propia, cuerpo inferior con gavetas o puertas o una especie de marco de cuatro pies. Se convirtió en una pieza con funciones prácticas, utilizada para la custodia de documentos (“contos”) y objetos del cargo de Contador, utilizado también para guardar dinero, joyas, o papeles de importancia en sus múltiples cajones, distribuidos para poder encontrarse con celeridad. El contador Indo-portugués revela una simbiosis entre el arte portugués y el arte indio, en el que se destaca la aplicación de dibujos y técnicas originales con materiales exóticos. En ocasiones, la decoración incluía figuras de la mitología hindú esculpidas y complejas guarniciones. En todos los casos, un mueble de lujo muy apreciado y adquirido por las clases más acomodadas.
Madera, marfil y carey.
Medidas: 22x34x24,5cm.; 22x34x44,5 cm.(abierta).
Contador indo-portugués en madera revestida de marfil y plafones de carey, con fileteado de marquetería. De estructura rectangular, a modo de pequeña arca, guarda en su interior 11 cajones con tirados de lágrima en metal, que a su vez esconden cajoncitos secretos en una de las gualdras laterales. La decoración, a pesar de su sobriedad, revela la influencia india, en sus aplicaciones y embutidos de marfil y carey, su greca de marquetería combinando ébano con maderas claras. Los plafones de carey también acusan una mano local, en su perfilado de arco inspirado en la arquitectura hindú.
El contador indo-portugués empezó a ser ejecutado por artífices locales en la península de Indostán, y en las provincias orientales portuguesas de la Costa del Malabar -Damao, Goa y Cochim, desde el siglo XVI. La denominación de Contador se remonta a la Italia del siglo XV. Eran pequeñas cajas, con tapa y con el espacio útil interior ocupado por cajones muy pequeños que servían de guarda-joyas. Durante el siglo XVII sufrió diversas adaptaciones, ajustándose a las exigencias de la época. Una pequeña caja dividida con cajones pasó a tener una base propia, cuerpo inferior con gavetas o puertas o una especie de marco de cuatro pies. Se convirtió en una pieza con funciones prácticas, utilizada para la custodia de documentos (“contos”) y objetos del cargo de Contador, utilizado también para guardar dinero, joyas, o papeles de importancia en sus múltiples cajones, distribuidos para poder encontrarse con celeridad. El contador Indo-portugués revela una simbiosis entre el arte portugués y el arte indio, en el que se destaca la aplicación de dibujos y técnicas originales con materiales exóticos. En ocasiones, la decoración incluía figuras de la mitología hindú esculpidas y complejas guarniciones. En todos los casos, un mueble de lujo muy apreciado y adquirido por las clases más acomodadas.
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