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lunes, 2 de octubre de 2017

Árabe fumando








Francisco Pradilla Ortiz (Villanueva de Gállego, Zaragoza, 1848 – Madrid, 1921).
“Árabe fumando”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y localizado.
Adjunta certificado de Wilfredo Rincon.
Medidas: 60 x 32,5 cm; 77 x 48,5 cm (marco).


Francisco Pradilla inicia su formación como aprendiz de Mariano Pescador, pintor escenógrafo, y en la Escuela de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza. En 1868 continúa sus estudios en la de San Fernando de Madrid, donde fue discípulo de Federico de Madrazo, Carlos de Haes, Carlos Luis de Ribera y Ponciano Ponzano. Completa su formación en estos años copiando obras de los grandes maestros del Museo del Prado. En 1874 consigue el Premio de Dibujo de la “Ilustración Española y Americana”, y obtiene la beca para estudiar en Roma, ciudad en la que residirá veintitrés años, hasta su nombramiento como director del Prado en 1897. En 1878 concurre a la Exposición Nacional de Madrid y obtiene la Medalla de Honor, la misma distinción que gana ese mismo año en la Universal de París. A raíz de estos éxitos le llegan numerosos encargos no sólo de España y Francia, sino también de América y otros países europeos. Realiza viajes por España y se interesa por plasmar escenas costumbristas plenas de gracia y color, apoyadas siempre en un excepcional dominio del dibujo. Si bien no realizó exposiciones individuales, sus obras formaron parte de muestras y certámenes en ciudades de todo el mundo, como Londres, París, Berlín, São Paulo o Buenos Aires. Fue director de la Academia Española en Roma, y miembro de las Reales Academias de San Fernando y San Luis, de la Academia Francesa y de la Hispanic Society de Nueva York. Obtuvo, entre otras condecoraciones, la Cruz de Isabel la Católica y la Legión de Honor. De los géneros pictóricos que cultivó, incluida la ilustración gráfica para publicaciones literarias, hay que destacar el de la pintura de historia, que fue el que más fama le proporcionó. Como retratista su actividad fue más restringida y de resultados desiguales cuando tuvo que abordar efigies de personajes fallecidos, pero ante modelos vivos consiguió retratos de serena expresividad y factura estudiada y entonada. También se dedicó a la pintura de género, bien de inspiración popular italiana o de asuntos de costumbres madrileñas o de Galicia, lugar de origen de su esposa y donde solía pasar algunas temporadas. Tanto en los cuadros de historia como en éstos, Pradilla demuestra una clara inclinación por las ambientaciones en exteriores, organizando las composiciones en amplias perspectivas panorámicas con multitud de figuras y motivos, interpretados con una depuradísima técnica. No obstante, lo más sobresaliente de su lenguaje es el sentido de la luz y de la atmósfera, bajo los que el apretado dibujo se suaviza y funde con el fondo luminoso mediante pequeñas pinceladas de un colorido rico en matices y pasta. La obra de Francisco Pradilla está presente en el Museo del Prado, los de Bellas Artes de Bilbao, Buenos Aires, La Habana y São Paulo, el MACBA de Barcelona, la Christchurch Art Gallery de Nueva Zelanda y el Museo Romántico de Madrid, entre otros.



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