TRADUCTOR TRANSLATOR

viernes, 28 de abril de 2017

Cristo Hipercúbico







DALÍ I DOMÈNECH, Salvador (Figueres, Girona, 1904 – 1989).
“Cristo Hipercúbico”, 1966.
Bronce patinado en negro y verde. Edición limitada a 6 ejemplares.
Firmado y fechado, con sello de la Fundición Rudier.
Procedencia: Colección Cécile Éluard.
Medidas: 44 x 20 cm
Valor estimado: 50000-60000 €
Edición limitada a 6 ejemplares, firmados y fechados por Dalí.

Procede de la colección de Cécile Éluard, hija de Gala y su primer marido, el poeta Paul Éluard. Forma parte, de hecho, de la herencia que Cécile recibió de su madre. Esta herencia, según el pacto firmado por Éluard en 1982 con Dalí y el Gobierno español, quedó en usufructo tras la muerte de Gala (1982) hasta el fallecimiento del pintor (1989). 

Finalmente en 1989, fallecido Dalí, Éluard tomó posesión del legado de su madre, que incluía obras de autores como Picasso o Giorgio de Chirico, así como diversas piezas del propio Dalí, entre las que se hallaba este “Cristo Hipercúbico”. Se puede consultar más información acerca de este traspaso en un artículo publicado en el diario “El País” el 10 de marzo de 1989, firmado por Pepa Bouis.

Salvador Dalí desarrolló su concepto del Cristo Hipercúbico en más de una obra, como atestigua la pintura realizada en 1954 y actualmente conservada en el Metropolitan Museum de Nueva York. 

En estas imágenes la cruz se aleja de los modelos latino y griego, y adquiere tridimensionalidad al proyectar las seis caras de un cubo regular en las distintas direcciones del espacio. Esta cruz había ya sido utilizada por Gaudí, y el propio Dalí explicó que comenzó a utilizarla a raíz de la lectura de la obra de Juan de Herrera “Discurso de la forma cúbica”. 

EL maestro era conocedor del hecho de que Herrera, a su vez, se había inspirado en la obra de Ramón Llull, el filósofo, místico y hermetista medieval. 

Durante sus primeros años, Dalí descubre la pintura contemporánea durante una visita familiar a Cadaqués, donde conoce a la familia de Ramón Pichot, artista que viajaba regularmente a París. Siguiendo los consejos de Pichot, Dalí empieza a estudiar pintura con Juan Núñez. 

En 1922, Dalí se alojó en la célebre Residencia de Estudiantes de Madrid para iniciar estudios de Bellas Artes en la Academia de San Fernando. Sin embargo, antes de sus exámenes finales, en 1926, fue expulsado por afirmar que no había nadie en la misma en condiciones de examinarle. Ese mismo año Dalí viaja a París por primera vez. 

Allí conoció a Picasso, y asentó algunas características formales que se convertirían en distintivas de toda su obra desde entonces. 

Su lenguaje absorbía las influencias de muchos estilos artísticos, desde el academicismo clásico a las vanguardias más rompedoras. En aquella época, el pintor se dejó crecer un vistoso mostacho que imitaba al de Velázquez, que se convertiría en su sello personal el resto de su vida. 

En 1929, Dalí colaboró con Luis Buñuel en la realización de “Un perro andaluz”, en el que se mostraban escenas propias del imaginario surrealista. En agosto de ese mismo año conoció a su musa y futura esposa Gala.

 Durante este periodo, Dalí celebró exposiciones regulares tanto en Barcelona como en París, y se unió al grupo surrealista afincado en el barrio parisino de Montparnasse. 

Su trabajo influyó enormemente en el rumbo del surrealismo durante los dos años siguientes, siendo aclamado como creador del método paranoico-crítico que, según se decía, ayudaba a acceder al subconsciente liberando energías artísticas creadoras. 

En 1931 Dalí pintó una de sus obras más célebres, “La persistencia de la memoria”, en la que según algunas teorías ilustró su rechazo del tiempo como entidad rígida o determinista. El pintor desembarcó en América en 1934, gracias al marchante Julian Levy. 

A raíz de su primera exposición individual en Nueva York su proyección internacional queda definitivamente consolidada, y desde entonces mostrará su obra y dará conferencias por todo el mundo. 

Ese mismo año fue sometido a un “juicio surrealista” del cual resultó su expulsión del movimiento, debido a que el pintor consideraba que el surrealismo podía existir en un contexto apolítico, negándose a comprometerse con las ideas de André Breton. A esto, Dalí respondió con su célebre réplica, “Yo soy el surrealismo”. 

La mayor parte de su producción está reunida en el Teatro-Museo Dalí de Figueras, seguida por la colección del Salvador Dalí Museum de St. Petersbug (Florida), el Reina Sofía de Madrid, la Salvador Dalí Gallery de Pacific Palisades (California), el Espace Dalí de Montmartre (París) o el Dalí Universe de Londres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario