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lunes, 24 de abril de 2017

BRUEGHEL, Jan Baptist







Atribuido BRUEGHEL, Jan Baptist (Bélgica, 1647 – 1719).
“El Pecado Original” y “Adán y Eva expulsados del Paraíso”, 1692.
Pareja de óleos sobre lienzo. 
Uno de ellos firmado “I.B. 1692”.
Medidas: 113,5 x 166 cm; 144 x 196 cm (marco).
Valor estimado: 40000-50000 €

En esta pareja de lienzos, posiblemente concebidos como pareja a juzgar tanto por su temática como por sus composiciones, reflejo especular la una de la otra, el pintor retrata dos escenas tomadas del Antiguo Testamento, el Pecado Original y la expulsión del Paraíso, que le permiten utilizar la temática religiosa como excusa para el desarrollo de un paisaje ideal, plagado de animales de todo tipo, auténticos protagonistas de las escenas en primer plano. En ambas pinturas vemos un paisaje de raíz barroca clásica, abierto por un lado y cerrado por el otro, al modo de los clasicistas italianos del siglo XVII. En ambos vemos un curso de agua que zigzaguea, guiando la mirada del espectador hacia la lejanía, donde dominan los tonos más fríos y tenues, reflejando la profundidad del espacio siguiendo las formas de la perspectiva atmosférica italiana. Las escenas se sitúan en primer plano, destacadas por una luz fría, uniforme y apenas contrastada, típicamente clasicista aunque dotada de un tono nacarado, metálico incluso, totalmente propio de la escuela flamenca en general, y de la saga de los Brueghel en particular. También la forma de componer la escena nos guía en esta dirección, e incluso la aproximación a los temas bíblicos y el tono suntuoso y exótico de los animales representados. Por su datación y características, de hecho, podemos relacionar estas obras con la mano de Jan Baptist Brueghel. 
Como ya hemos señalado, la acción se sitúa en los primeros términos, si bien hacia el fondo continuamos viendo animales, trabajados con una pincelada casi miniaturista, reflejo del gusto por la descripción propio de la escuela flamenca. Por orden cronológico, la primera pintura sería la del Pecado Original. En el lado derecho del cuadro vemos a Adán y Eva, trabajados al modo clásico en su concepción anatómica, sentados junto al árbol de la Sabiduría, en cuyo tronco se enrosca la serpiente portando una manzana en su boca. El pecado está a punto de ser consumado: Eva señala hacia arriba, hacia los frutos del árbol, y Adán sentado a su lado se lleva la manzana a la boca, mirándola con una mezcla de inocencia y desconfianza magníficamente plasmada por el pintor. A nivel compositivo, la diagonal que domina la estructura del cuadro tiene su culminación en estas dos figuras, que de hecho la indican con la posición de sus brazos extendidos, Eva el derecho y Adán el izquierdo. En torno a ellos los de paz y conviven en armonía, retozando en la naturaleza, reflejando el ideal de pal y equilibrio que el hombre está a punto de perder. De hecho, frente a las dos figuras vemos a uno tigre y a un leopardo jugando tumbados sobre la hierba, su actitud fiera ahora convertida en lúdica, y de hecho uno de los felinos alarga la pata, con las zarpas retraídas, para acariciar la cabeza de un buey que se acerca a él. El pintor se recrea especialmente en la representación de los distintos animales, representando con igual maestría perros, aves de corral, un caballo, aves exóticas, un gato, una vaca, dos pequeñas cobayas, lagartos, ratones, un mono de cola anillada e incluso dos leones, captados con un naturalismo que revela el conocimiento directo. Este conocimiento pudo darse a través de las colecciones de animales exóticos que existían en las cortes europeas de la época. Más allá, hacia el fondo, vemos más animales, entre los que destaca la monumental silueta de un elefante.
En la segunda pintura, la de la expulsión del Paraíso, se repite la misma composición, aunque invertida, con Adán y Eva arrodillados suplicando clemencia en el ángulo inferior izquierdo, y en el superior derecho, surgiendo entre las nubes y ante un fondo dorado, Dios Padre alzando su mano derecha, maldiciendo a la humanidad a través de sus primeros representantes. Aquí son menos los animales, aunque igualmente captados con realismo y atención al detalle. Vemos de nuevo perros y un león, que como símbolo de la soberbia aparece junto a Eva, pero también garzas, conejos, zorros, una ardilla, perros, un ciervo y otros animales, así como dos monos, posiblemente símbolo del pecado, algo habitual dentro de la escuela flamenca del barroco.
Jan Baptist Brueghel procedía de una larga y fructífera saga de artistas, siendo bisnieto de Pieter Brueghel el Viejo, nieto de Jan Brueghel el Viejo, hijo de Jan Brueghel el Joven y hermano de Jan Pieter (h. 1628-1664) y Abraham Bureghel (1631-h. 1690). Nacido en Amberes, donde debió desarrollar su primera formación, viajó a Roma e ingresó en el grupo de los Bentvueghels, una asociación de pintores holandeses y flamencos afincados en la capital italiana. De hecho, es mencionado por el biógrafo Houbraken en un poema que dedicó a los Bentvueghels, en el segundo volumen de su obra. De Roma marchó a Nápoles junto a su hermano Abraham, si bien regresaría a la ciudad eterna tras la muerte de éste, en torno a 1690. Como Abraham, Jan Baptist fue principalmente conocido por sus bodegones de frutas, si bien también fue un notable pintor de paisajes, animados por pequeñas figuras de tipo costumbrista, mitológico o religioso. Actualmente se conservan obras de Jan Baptist Brueghel en diversas colecciones públicas y privadas.

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